Que Alfonso Guerra tenía unas
convicciones democráticas que no llegarían a cubrir la superficie de una peseta
(me refiero a la lenteja, previa a la
desaparición de la divisa, y no a la tradicional rubia, de mayor tamaño) era algo sabido desde que, al no ganar el
PSOE las elecciones generales de 1.979 dijo aquello de España se ha equivocado; lo continuó cuando, siendo presidente de
la Comisión Constitucional del Congreso (o como se llame), puesto en el que aún
sigue, votó a favor del inconstitucionalísimo, sedicioso y sedicente Estatuto
de Cataluña.
Hace una semana, en la cada vez más
desangelada celebración de Rodiezmo, mihemmano
fue el cabeza de cartel junto con Cándido Méndez. Desde la posición que ocupa
en el Congreso (supongo yo), se sintió legitimado para decir que la presidenciade Rajoy es ilegítima, y llamó a
salir a la calle, pidiendo con el orondo líder sindical trasegador de cerveza
la celebración de un referéndum o de elecciones anticipadas. Mucho debe saber
el señor Guerra de presidencias ilegítimas, puesto que las del anterior
secretario general de su partido lo fueron todas, de la primera (con el
mercadeo de votos que luego saldría a la luz con motivo del Tamayazo) a la última (sustentada en la
mentira flagrante de que no había crisis), pasando por la más grave, la que le
llevó a la Moncloa pasando por encima de casi doscientos muertos.
Así que, si hablamos de
presidencias ilegítimas, el PSOE está
mejor calladito. Que en todas partes cuecen habas, y en Ferraz, a carretadas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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