Probablemente
en toda la Historia no haya habido un solo gobernante auténtica y completamente
honesto, alguien que no sintiera apego por el poder y que trabajara sólo en
beneficio de los gobernados. Quizá Diocleciano se acercara a este ideal, pero
ya sabemos cómo se portó con los cristianos…
Pero
el ser humano es imperfecto, y esa imperfección hace que, enfrentado a la
tentación, caiga en ella (ya se sabe que el poder corrompe). Lo que no quita
para que, ilusos como somos también los humanos, conservemos la esperanza de
que al menos los nuestros sean
mejores que los otros, incluso en un
país como España, cuya clase política no es que se haya caracterizado
tradicionalmente por su altura ética (siempre hay excepciones, por supuesto).
Sin
embargo, las noticias aparecidas en los últimos días vienen a demostrar que del rey abajo ninguno se libra de pringarse…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario