Dicen
que la política hace extraños compañeros de cama. Quizá no tan extraños en el caso que nos ocupa, dado que ambos tienen un concepto de la propia importancia
muy por encima de la realidad. El juez estrellado ya no pinta nada en la
judicatura más que como reo, mientras que el médico comunista, dado el ascenso
que ha experimentado la Izquierda otrora Hundida a costa del PSOE, se ve
diluido en la masa de un grupo parlamentario de una docena de personas que
alguien todavía más radical que él controla con puño de hierro, como buen
comunista.
De
todos modos, que no desesperen. Si su intento de triunfo en la política, uno de
la mano del otro, no llega al puerto que ellos desean, siempre podrán unirse a
alguien como Melchor Miralles (suponiendo que quiera juntarse con semejante
pareja) para formar un trío como el que se creó hace un par de milenios.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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