Esa es la impresión que me produce Pilar Manjón cada vez que aparece en algún acto relacionado con las víctimas de los atentados del 11 de Marzo de 2.004, ya sea en homenajes o en juicios.
No he pasado por lo que ha pasado esa señora, y Dios quiera que nunca tenga que pasar por ello. Perder un hijo, y más en un atentado criminal, debe ser algo durísimo. Pero es algo que debe superarse, por el propio bien del superviviente. Y hay quienes lo han hecho.
Pilar Manjón, por lo visto, no. Claro, que por lo que se cuenta ya era así antes de los atentados, sectaria a más no poder. Nunca me han gustado aquellos que anteponen la política, la ideología, a todo lo demás, especialmente si lo anteponen a la familia, a los sentimientos más naturales del ser humano.
Y la señora Manjón se encuentra dentro de ese grupo que me resulta tan desagradable. No pierde ocasión de hacer política a cuenta de su (supuesto, porque con esta señora hay que ponerlo todo en cuarentena: no dudo que sienta pena, pero me parece que siente más intensamente odio o rencor) dolor. La última, de momento, ha sido en un acto de recuerdo organizado por la Unión de Actores (¿éstos que pintan allí? ¿No deberían estar anunciando hipotecas?) y los sindicatos en Atocha por las víctimas del 11-M. Pero de quien se acordó la señora Manjón fue del PP, contra el que arremetió en una suerte de mitin (a lo que, por otra parte, nos tiene tan acostumbrados).
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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