Cada vez parece más claro que la algarada
independentista de Arturito Menos (lo
de su colega estrábico y sus conmilitones es otro asunto, esos van en serio) no
era tanto un órdago como una mezcla entre un farol y una huida hacia delante.
Digo esto porque en cuanto el Gobierno de España ha hecho ademán de hacer
concesiones a Cataluña, la posibilidad del sedicente referéndum sedicioso
parece irse alejando.
Y ese ha sido precisamente el error del
Gobierno de España, el amagar concesiones. El error que se lleva cometiendo
desde hace casi cuarenta años, el mismo tiempo que Franco ocupó la Jefatura del
Estado. Que ya son años, la verdad.
Porque, y nunca me cansaré de decirlo (y ya
van unas cuantas veces), cualquier concesión hecha desde Madrid será vista por
los necionanistas (por cualquiera de
ellos) como una muestra de debilidad que les afianzará en sus posiciones. La
última ha sido que, en lugar de refrenar el derroche presupuestario, la Generalidad de Cataluña ha anunciado una ley para reforzar sus (sedicentes) embajadas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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