martes, 1 de octubre de 2024

Reflexiones atemporales CCXXVII – La educación de los hijos

Quizá haya tratado este tema más veces, pero es una de esas cuestiones que nunca se aparta demasiado de mi mente. ¿Qué demonios ha ocurrido para que, en general (siempre hay excepciones), la juventud actual haya salido tan impertinente, tan malcriada, tan maleducada?

Probablemente haya tenido que ver en eso la nueva pedagogía (me acabo de inventar el término), esa que postula que los padres no tienen que ser padres de sus hijos, sino amigos. Pues no, los padres son padres, no amigos: están en este mundo para educar a los hijos, no para ser sus colegas. Y es que, si el ser humano es egoísta por naturaleza -de nuevo, salvo excepciones-, cuando es niño lo es aún más, y ahí deben estar los padres para marcarle los límites y enseñarle hasta dónde se puede llegar.

Porque, para que haya derechos, tiene que haber obligaciones, y en un nivel equivalente. Cuando el niño va creciendo, se le podrán conceder derechos y responsabilidades; pero mientras no lo haga, son los padres los que tienen que establecer las reglas.

Se nota que no tengo hijos, ¿verdad?

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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