Hace siglo y tres cuartos, el duque de Ahumada creó lo que, andando el tiempo, se convertiría en uno de los mejores cuerpos policiales del mundo.
Con el honor como divisa, ese cuerpo se ganó
el título de benemérito, el agradecimiento de todos aquellos a los que
prestó ayuda en multitud de ocasiones y el odio imperecedero de los enemigos de
la Ley, el orden y la unidad de España.
Por quién sabe qué oscuras razones (saber no se saben, pero se sospechan), el ninistro Pequeño disolvió la unidad que luchaba contra el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar. Pero ahora es Europa la que pide la vuelta de ese tipo de unidades, petición que, naturalmente, la Guardia Civil celebra.

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