He preferido dejar que todo terminara antes de escribir este post (otra razón es que tenía hilos programados hasta ayer, así que…), para poder tener una imagen de conjunto y una cierta perspectiva de todo el asunto.
La cosa comenzó con la petición de los necionanistas vascos y catalanes para que se silbara al himno español y S.A.R. el Príncipe de Asturias con motivo de la celebración de la final de la Copa de S.M. el Rey. Como semejante actuación no es nueva (ya ocurrió hace un par de años, por mucho que Televisión Española se esforzase en disimularlo), la única política española que dice lo que piensa sin importarle las consecuencias (Rosa Díez, estoy convencido, piensa mucho antes de decir nada, precisamente porque tiene en cuenta las consecuencias; sólo eso explica su tono de cuasiperemne demagogia) señaló que, de repetirse el espectáculo, debería suspenderse el partido para celebrarse posteriormente a puerta cerrada. Evidentemente, suciolistos y necionanistas la criticaron, al igual que hicieron sus compañeros de partido de la rama maricomplejines (es decir, prácticamente todos menos ella). Hasta Pachi Nadie le pidió por carta que retirara sus desafortunadas declaraciones (el pobre es tan inculto que no debe saber que, una vez efectuada, una declaración no puede retirarse), a lo que Espe respondió dando por no recibida la carta del filoterrorista (uso este término en su sentido estrictamente etimológico).
¿Y qué pasó? Pues lo que tenía que pasar: se insultó a España antes de la celebración del partido, se pitó al himno (aunque la retransmisión de TVE intentó disimularlo, pero ¡ay!, el locutor dijo algo como aquí en el campo apenas puede oírse el himno) y el necionanista catalán nacido en Aragón echó la culpa a Esperanza Aguirre.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario