Ya
fue un mal indicio cuando Mariano Rajoy no criticó el sedicente alto el fuego definitivo de los terroristas (una
declaración con la misma validez que un euro de corcho), uniéndose al coro de
entusiastas ingenuos (eso, por no ser mal pensado). Pareció rectificar en el
discurso de investidura, cuando se mantuvo firme frente a los terroristas con
asiento en el Congreso de los Diputados. Pero ahora parece ensayar su versión
de la vía Nanclares (confieso que
desconocía la existencia de tal concepto hasta que saltó la noticia), a pesar
de haber quedado demostrado que los terroristas lo único que entienden es el
palo de la Ley, y que la zanahoria de la negociación
nunca les parecerá suficiente por mucho que se transija.
Y,
a pesar de las proclamas gubernamentales de que nada ha cambiado, tanto las asociaciones de víctimas del terrorismo
como las voces más insobornables del Partido Popular parecen opinar lo
contrario: algo sí ha cambiado… y no
a mejor, precisamente.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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