Cuando
el triunfo del Partido Popular parecía inevitable, y luego cuando Ana Botella
sucedió a Gallardón en la alcaldía de la Villa y Corte, algunos de mis
conocidos, progresistas ellos, pusieron el grito (informático) en el cielo ante
el temor de que una derecha controlada desde las sacristías eliminara derechos tales como el sedicente matrimonio homosexual, vaticinando poco
menos que la constitución de guetos.
Sin
embargo, un homosexual tan significado dentro de la progresía como Amenábar (a
diferencia del mucho más estridente y, si ello es posible, endiosado Almodóvar)
ha agradecido a Madrid que le deje vivir su condición sexual.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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