Parece
que el carácter de maricomplejines de
que adolece la derecha española (entiéndase: los políticos de derechas; los
ciudadanos de derechas, o al menos el que esto escribe, se avergonzarán de
muchas cosas, pero nunca de ser de derechas) desde la muerte de Franco –sólo brevemente
interrumpido durante el Aznarato, y no del todo (recordemos lo de centro reformista)-, es difícil de
abandonar.
Aunque
han emprendido el camino de las reformas, imprescindibles si se quiere evitar
que la nación española pase de ser algo discutido
y discutible a simplemente no ser nada, no lo hacen a la velocidad que
sería deseable y razonable (puesto que gozan de mayoría absoluta y las próximas
elecciones generales están a tres años y medio de distancia). Y aunque es
evidente que una de las razones por la que España se encuentra en la calamitosa
situación económica en la que se haya es el redivivo conjunto de taifas que
constituye el sedicente Estado de las Autonomías (algunas abiertamente
sediciosas), todavía viene el ministro Montoro y dice que el Estado de las autonomías no es despilfarrador.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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