Por
decirlo de alguna manera, el Reino Unido es un enemigo al que respetar. Patriotas
como pocos (quizá sólo se les parezcan los estadounidenses, al fin y a la
postre una república hermana), llevan
a ultranza aquello de con razón o sin
razón, mi país es lo primero. Eso sí, cuando se trata de nuestro enemigo, a la porra el respeto.
Vamos,
que tiene bemoles que después de provocaciones sucesivas a propósito de
Gibraltar (en lo que llevan casi tres siglos), ahora la prensa británica se haga
la melindrosa y proclame a los cuatro vientos que, al no asisitir a los actos
por el sexagésimo aniversario de su ascenso al trono, la reina Sofía ha desairado a su graciosa majestad.
La
cosa tiene muy poca gracia, la verdad. Pajas y vigas, que dice el Evangelio…
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