A
pesar de las similitudes en las consecuencias (tanto Barcelona como Real Madrid
han quedado apeados de la sedicente Champions
League a las puertas de la final) y en las causas remotas (un exceso de confianza
y de cansancio tras el clásico del
fin de semana anterior), hay diferencias en ambas entidades.
El
Barcelona ha quedado eliminado porque no tenía un plan B (decir que no hace
falta un plan B porque el plan A es perfecto es, además de un ejercicio de soberbia,
una estupidez que ha quedado desmentida por los hechos: ni Liga de Campeones
ni, probablemente, Liga a secas) y porque todo su juego pivota alrededor de Messi:
si éste no carbura, el Barcelona pierde muchos enteros. Y el argentino
(probablemente sea el único considerado mejor
jugador del mundo –a Di Stefano suelen olvidarle en esas categorías- que se
retire sin un título a nivel de selección: hasta el para mí muy sobrevalorado
Maradona obtuvo títulos… como jugador, que como entrenador es otro asunto) no
carburó.
En
cambio, el Real Madrid quedó eliminado porque no supo gestionar la presión.
Clasificado con un dos a cero a los veinte minutos de partido, se dejó hacer un
gol que igualaba la eliminatoria y luego fue incapaz de hacer otro en todo el
resto del partido, prórroga incluida. Error de su entrenador, probablemente,
que no supo hacer los cambios oportunos.
También
hay diferencias en las reacciones de las máximas figuras de cada equipo. A
Messi le han dicho tantas veces que es el mejor jugador del mundo que ha
acabado creyéndoselo, pero basta una mínima grieta de duda para que se
desmorone, se deprima y se ponga a llorar. Cristiano Ronaldo, en cambio, es más
soberbio: no hace falta que le digan que es el mejor jugador del mundo, él está
convencido de que lo es; por lo tanto, cualquiera que ponga en duda semejante
verdad absoluta (para él) no le hace dudar, sino que le cabrea.
Las
reacciones de los entrenadores también son opuestas: Mourinho se queda,
Guardiola se va. Que uno y otro, dicen, lo tuvieran decidido desde hace mucho
sólo agrava la comparación: el gesto del portugués puede ser interpretado como
de gallardía, el del español (que lo es, mal que le pese), como de abandono del
barco en el peor de los momentos.
Finalmente,
hay otra cosa en la que se diferencian: valga la comparación, los dos clubes
son unas putas, pero en el Barcelona van de señoritas melindrosas. Que son una
panda de hipócritas, vaya.
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