lunes, 20 de agosto de 2012

22/11/63


Otro novelón de más de ochocientas páginas de Stephen King que me he tragado. El tema de éste es el de los viajes en el tiempo (por medios fantacientíficos, y no místicos, como en la saga de La Torre Oscura), y cómo el personaje viaja al pasado para intentar impedir el asesinato de John Fitzgerald Kennedy en la fecha que da título al libro. Pero los hechos, que diría Lenin, son testarudos… y hasta aquí puedo leer.
Después de haber leído casi toda la obra de King (novelística y de la otra), creo que puedo afirmar con cierto fundamento que el hombre es, en el fondo, un romántico. Lo disimula con mosntruos, demonios y extraterrestres, pero creo que el autor de Maine está convencido de que el amor es la fuerza que mueve el mundo. También el suyo personal, a tenor de sus escritos biográficos.
En realidad, toda esta novela no es sino una historia de amor. Ya dije que Titanic (la película de James Cameron) no era sino una historia de amor de las de toda la vida, sólo que con mucha agua y un poco de hielo. Bueno, pues este libro viene a ser lo mismo. Hay notas históricas, hay incluso un cruce con el corpus principal de su obra (en concreto, con It, curiosamente la primera obra que leí de King, que yo recuerde) que tiene lugar, no por casualidad, en Derry, hay muestras del amor que siente King por la música rock… pero sobre todo hay, como ya he dicho, una historia de amor.
En cuanto a la estructura, sigue la ya clásica técnica de la bola de nieve, como llamo yo al modo de escribir de King: la cosa empieza despacio, para ir engordando a toda velocidad y terminar a lo grande. Quizá se demora demasiado engordando el asunto, porque tras pasarse como el noventa por ciento del libro con el planteamiento y la trama (es decir, con llegar a ese día de 1.963), en el resto muestra la distopía originada (aquí creo ver un poco del clásico humor negro del autor) y la solución del asunto.
Para terminar, una observación personal. En sus últimas obras, King viene utilizando su habitual nota final para lanzar dardos contra la derecha norteamericana en general y lo que él considera extremistas (el Tea Party, en concreto) en particular. En concreto, en esta obra señala que (...) Esto es un epílogo, no un editorial, pero tengo opiniones muy claras sobre este tema, sobre todo a la vista del clima político actual del país. Si quieren saber a lo que puede conducir el extremismo político, vean la película de Zapruder. Tomen nota del fotograma 33 en particular, cuando explota la cabeza de Kennedy. Pues bien, aunque estoy seguro de que nunca leerá lo que sigue, me gustaría señalarle una pequeña incongruencia: su amado JFK (en mi opinión, un presidente tremendamente sobrevalorado) fue asesinado (parece ser, hasta que no se demuestre lo contrario) por un exaltado DE IZQUIERDAS. Filocastrista, para más señas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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