Es muy humano el predicar una cosa mientras se practica la contraria. En esto, el partido de la mano y el capullo posee una gran humanidad, que no se recata en mostrar vez tras vez.
Cuando el que gobernaba era
Mariano Rajoy, el ya psicópata pero todavía no de la Moncloa le espetó aquello
de que sin presupuestos (generales del Estado) no se podía gobernar. Una vez
llegado al poder, y al no tener la seguridad de que vayan a ser aprobados -o, por
mejor decir, al tener la seguridad de que no van a ser aprobados-, el desgobierno
socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer ha renunciado a presentar
un proyecto para el año en curso.
Incumple así el artículo 134 de
la Constitución Española, que establece que el proyecto de presupuestos
generales del Estado deberá presentarse al menos tres meses antes de la
expiración del ejercicio (esto es, el 30 de Septiembre a lo más tardar; o el 2
de Octubre, si por tres meses entendemos noventa días).
Cosa que no ha hecho ni tiene intención de hacer. En mi pueblo, eso podría considerarse prevaricación. Algo en lo que son muy duchos los políticos españoles de izquierdas.