sábado, 30 de enero de 2010

Por qué no puedo apoyar la pena de muerte... por mucho que me lo pida el cuerpo

¿Y ésto a quién carajo le interesa?, podréis pensar. Es cierto; pero como el blog es mío, escribo lo que quiero...
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Pues básicamente, las razones son dos: una ética, y otra estratégica.
La ética: siendo creyente, considero que sólo Dios tiene el derecho de acabar con una vida. Por lo tanto, un ser humano no puede quitar la vida a otro... por mucho que el candidato a cadáver se lo merezca.
La estratégica: estoy en contra del aborto y la eutanasia. Defender la pena de muerte supone abrir una vía a los críticos, que señalarían mi incoherencia.
Sólo una última puntualización: un anciano, un enfermo terminal, un comatoso o -mucho más- un nasciturus, son inocentes. Un criminal convicto, confeso y no arrepentido, no.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
Más tarde: evidentemente, SÍ que estoy a favor de la cadena perpetua (sin mandangas de revisión de pena), el cumplimiento íntegro de las penas, los trabajos de los presos en obras públicas (sí, como en las pelis americanas), etcétera etcétera...
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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