Vaya
por delante que no soporto a Leonel Messi. Es más, me cae bastante mal. No por
ser jugador del Barcelona, aunque ayude. Pero hay jugadores del Barcelona, como
Iniesta o Villa, que no me caen mal, aunque hagan tonterías del calibre de
hablar en catalán siendo de Fuentealbilla, provincia de Albacete (el primero) o
de quitar la bandera española de sus botas siendo el máximo goleador de la
selección española de fútbol (el segundo).
No,
si Messi me cae tan mal es porque, como todo el Barcelona del presente siglo,
resulta profundamente hipócrita. Van de espíritus celestiales cuando son tan
rastreros como el que más (es decir, como el Real Madrid, equipo en función del
cual existen y sin el cual no sabrían qué hacer).
Y, sobre todo, Messi. El
nunca dirá, como Cristiano Ronaldo, que es rico, guapo y juega bien al fútbol
(lo de guapo sería entrar ya en el ámbito del embuste puro y duro), pero se lo
cree. Es más, está convencido de ello hasta la médula. Que se lo digan si no a
los distintos jugadores a los que el Barcelona, por una razón o por otra, ha
tenido que ir despachando porque podrían opacar la diminuta figura del
hormonado argentino. Que se lo digan si no a su actual entrenador, con el que pactó el jugar media hora en el último
partido de la fase de grupos de la Copa de Europa. Se pacta entre iguales, ¿y desde
cuándo un jugador, por importante que sea, es igual que el entrenador, que
debería estar por encima de él?
La
última gota han sido las declaraciones del interfecto cuando ha batido la marca
de goles marcados en un año, que estableció hace cuarenta años Torpedo Müller. Ha dicho el enano de
Rosario que lo importante no era la marca, sino ganar el partido. Si la marca
no fuera importante, ¿a santo de qué salió a jugar en un partido
intrascendente, jugándose el sufrir una lesión que a punto estuvo de ocurrir?
Lo hizo, claro, no para apoyar a su equipo (cosa que no hacía ninguna falta y
que al final se reveló infructuosa), sino para alcanzar la dichosa marca.
Bueno, pues ya la ha conseguido. Ahora, que reviente de una vez.