Arturito Menos es, esencialmente, un cobarde y un
farolero. Un cobarde porque, enfrentado a su propia ruinosa gestión, en lugar
de reconocerla y retirarse prefiere la huida hacia adelante; y un farolero, por
no decir directamente un embustero, por jurar que dimitirá si se demostrase su implicación en el caso Palau. Supongo que, como Felipe González hace un cuarto
de siglo, pensará aquello de no hay
pruebas ni las habrá.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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