miércoles, 28 de noviembre de 2012

Valoración de las elecciones autonómicas catalanas


Puede decirse, sin temor a errar, que en estas elecciones ha habido un único y claro perdedor: Convergencia y Unión y, en concreto, Arturo Mas. Convocó las elecciones dos años antes de lo necesario con el objetivo de alcanzar una mayoría suficiente (es decir, una mayoría absoluta) para poder proseguir con su huida hacia delante, y lo que ha conseguido es perder prácticamente una quinta parte de los escaños que tenía.
Todos los demás pueden presumir de unos resultados, cuando menos, aceptables: IRC, los verdaderos triunfadores, se han convertido en la segunda fuerza en escaños; los socialistas, al menos no se han pegado el batacazo que todos auguraban (Dios sabe por qué, la verdad); el PP, pese a sus discretos resultados, al menos ha ganado un escaño, pero sigue siendo la cuarta fuerza política en Cataluña debido, sobre todo, a su política maricomplejines (diga lo que diga Esperanza Aguirre, que en otros puntos de su análisis sí que acierta); los comunistas han subido, aunque menos de lo que a ellos les gustaría; Ciudadanos ha triplicado su número de escaños; y la izquierda independentista ha entrado en la asamblea legislativa, sustituyendo a Juanito Lapuerta.
Si algo demuestran estas elecciones es que, como en Vascongadas, la gente descarta votar a una copia barata pudiendo optar por el original: entre un nacionalismo de conveniencia (CyU) y otro declarado (IRC), eligen a éste; entre un españolismo descafeinado (PP y, por ser misericordiosos, PSOE) y otro sincero (Ciudadanos), eligen a éste; y entre un independentismo de boquilla (el partido de Laporta, que ya no recuerdo cómo se llama) y otro declarado y más radical (el partido nuevo, que ni me molesto en aprenderme cómo se llama), elegirán a éste.
Así nos va… y así nos irá.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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