A pesar de lo que digan algunos ingenuos
bienintencionados (seamos misericordiosos y concedámosles el beneficio de la
duda), el llamado movimiento 15-M (y subisguientes… hay trescientos sesenta y
cuatro días más en el calendario… trescientos sesenta y cinco este año, que es
bisiesto) está comandado por lo peor de la izmierda
antisistema española: desde sus propuestas económicas (por llamarlas de alguna
manera, tanto propuestas como económicas), de carácter delirante y
ultramarxista, hasta su izquierdoso modo de contraponer la legitimidad de la calle a la legitimidad nacida de las urnas (es
curioso que la izquierda sólo reconozca legitimidad a la calle cuando el
veredicto de las urnas no le es favorable… lo de curioso entiéndase en tono irónico, por supuesto), todo atufa a
ultraizquierda de la peor especie).
Pero por si hicieran falta más pruebas, bastó
con que alguien desplegara una bandera de España en las concentraciones
antiparlamentarias. No se detuvieron a leer el mensaje escrito en la enseña,
que era todo menos fascista (decía Abajo el regimiento; en esa falta de
concreción tan de la izquierda, no especificaban a qué regimiento se referían)
para que reaccionando como las bestias pardas que son, los manifestantes se lanzaran a por la bandera… y no para enarbolarla, precisamente…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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