Como dijo Franklin Delano Roosevelt, en política la casualidad no existe, y si
existe es que ha sido cuidadosamente preparada. Por ello, ya era hora de
que alguien en el Partido Popular (alquien con peso, se entiende, como su
secretaria general) dijera en voz alta lo que cualquier persona con dos dedos
de frente es capaz de percibir: que las concentraciones espontáneas ante las sedes del Partido Popular son cualquier cosa
menos espontáneas.
Vale que la gente se manifieste. Vale que las
manifestaciones sean simultáneas. Vale incluso que se produzcan en el mismo
sitio. Todo eso puede ser fruto de la casualidad, combinado con el ¿dónde va Vicente? Donde va la gente que
hace que las personas tiendan a aglomerarse. Vale.
Lo que ya no vale es que todas las
pancartas sean exactamente iguales. Es decir, que la espontaneidad ha sido prefabricada. En cuanto a quién ha
instigado semejante espontaneidad no
espontánea, basta con recurrir al viejo adagio latino: qui prodest?
Serán hijos de P…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario