Los revolucionarios
siempre han proclamado actuar por el bien del pueblo. Eso sí, no les ha
importado, aparentemente, que ese pueblo al que decían defender resultara
perjudicado por sus acciones (al fin y al cabo, supongo que argumentarían, era por su propio bien o, en términos más startrekianos, el bienestar de la
mayoría es preferible al bienestar de unos pocos).
Me viene a la cabeza la figura de Mateo Morral, que al atentar contra Alfonso XIII y Victoria Eugenia fracasó en su
objetivo… pero mató a dos docenas largas. Y me viene a la cabeza porque, no
demasiado lejos de donde Morral perpetró su criminal antentado –en concreto, en
la Catedral de la Almudena-, los TEDAX desactivaron hace un par de semanas
(escribir con retraso es lo que tiene, que las noticias, a veces, se quedan
antiguas) un artefacto explosivo.
Reivindicó el atentado frustrado un sedicente
Comando insurreccionalista Mateo Morral
(escribí el párrafo anterior sin haber leído la noticia desde que copie el
enlace), en un manifiesto lleno de retórica pseudorrevolucionaria que Wilt
hilvanaba mejor en la tercera de sus novelas. Su objetivo, decían, era dar caña a la monarquía borbónica en sus lugares sagrados. Pues si llegan a tener éxito, los que hubieran sufrido
habrían sido los oprimidos a los que
dicen representar.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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