El problema de los indignados, los sindicalistas y protestones de semejante ralea es su selectividad a la hora de protestar. Por decirlo claramente: protestan cuando gobierna el Partido Popular, y no lo hacen cuando, gobernando el PSOE, se toman medidas semejantes o más graves.
Ahora, a este grupo de escogidos se ha unido el Consejo General del Poder Judicial. El órgano de gobierno de los jueces, como se le suele llamar, ha denunciado que la reforma de Gallardón busca su sumisión al poder político.
Sin entrar a valorar la citada reforma –lo cierto es que no conozco en absoluto su contenido-, no recuerdo que el CGPJ denunciara otras sumisiones de la Justicia al poder político: la aprobación por el rodillo socialista de la LOPJ, que sometió el nombramiento de los miembros del Supremo a las Cortes; el nombramiento como Fiscal General del Estado de alguien cuyo mérito principal parecía radicar en haber sido campeón de lucha canaria; o la exclamación de Felipe González preguntándose si a los jueces nadie les dice lo que tienen que hacer.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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