Finalmente cayó el quinto volumen de la saga Canción de hielo y fuego. La intención
era haberme leído los cinco de un tirón, pero no pudo ser, porque inicialmente
sólo encontré los cuatro primeros.
Teniendo en cuenta que entre unos y otros me
he vuelto a leer la saga tolkieniana de la Tierra Media, se aprecian mejor las
diferencias de estilo entre el británico y el americano. Donde Tolkien dice que
un personaje es apresado y sometido a terribles torturas, Martin te describe
esas torturas con minuciosidad casi científica (y parece que la serie de
televisión va por el mismo camino, aunque está por ver si llegan a los extremos
de la obra escrita); donde Tolkien te dice que después de las torturas el prisionero
quedó reducido a una piltrafa humana, Martin vuelve a detallarte todos y cada
uno de los rasgos, tanto físicos como psicológicos, del torturado.
Centrándonos en este volumen, quizá fuera por
el tiempo transcurrido desde Festín de
cuervos, pero me pareció que le cuesta arrancar. Eso sí, cuando lo hace
avanza a un buen ritmo (aunque para nada el trepidante que creo recordar de
volúmenes anteriores).
Finalmente, en este volumen los cliffhangers (o las no menciones de
personajes) se multiplican y uno ya no sabe quién vivirá y quién habrá pasado a
mejor vida en el próximo volumen: Jon, Stannis, Sansa, Eleanor, Bran, Jaime,
Brienne, Mance, Sandor Clegane… Además, como ha dicho el propio Martin, hay dos
(o tres) batallas a punto de desencadenarse. Y seguimos sin saber demasiado de
los Otros…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!