Cuando más negro parecía el futuro (laboral y de cualquier otro tipo) para Ignacio Urdangarín, de repente parecen abrírsele las puertas del cielo con una oferta para trabajar en lo único para lo que, presuntamente, está cualificado (no, lo de trincar, mentir y estafar no son trabajos, ni respetables ni de los otros). Me refiero a la posibilidad de ser ayudante de Valero Rivera, que ha sido nombrado seleccionador nacional de balonmano de Qatar (y no Catar, como veo escrito con frecuencia; quizá sea correcto, pero me resulta doloroso a la vista).
Evidentemente, el (todavía) duque consorte se ha apresurado a aceptar semejante oferta, quizá porque con el emirato del Golfo Pérsico no hay tratado de extradición, a pesar de lo cual la Fiscalía no se ha opuesto a la posibilidad de que el yerno del Rey abandone España con tan cálido destino.
Esto, unido al hecho de que el embajador qatarí ha declarado que en los últimos días el Rey de España ha hablado varias veces con el emir de Qatar, me hace preguntarme lo siguiente: el Rey, o quien le asesore, tienen que saber (tan tontos no creo que sean todos en la Zarzuela) que este trabajo y esas llamadas apestan, y mucho; sin embargo, las han hecho, lo que implica que la alternativa de no hacerlas sería todavía más apestosa. ¿Qué están, pues, intentando ocultar con semejante huida allende nuestras fronteras, como decían en mi infancia en el programa matutino de Radio España?
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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