En la obra de Tolkien no hay propiamente
refranes como tales, salvo en aquellos casos en que uno de los personajes dice como solía decir fulanito… y suelta una
máxima o aforismo.
Sin embargo, de los parlamentos de los
personajes pueden extraerse sentencias que concentran en pocas palabras una
gran sabiduría. Un buen ejemplo es esta frase, que remata el relato de cómo se
gestó la aventura que sería recogida en El
Hobbit:
Los pequeños descuidos suelen ser fatales.
John Ronald Reuel Tolkien
La Tercera Edad
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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