Con los políticos (y empleo el término en
sentido lato) hay que tener mucho cuidado en relación con lo que dicen, esto es
especialmente cierto con los de izquierdas, especialistas en decir una cosa
mientras hacen la contraria: por ejemplo, dicen defender la escuela pública
mientras llevan a sus hijos a la privada.
Digo esto a propósito de la tal Ada Colau,
erigida en defensora de los quejicosos por los desahucios a pesar de no haber
tenido una hipoteca en toda su vida. Sospechaba que era alguien que
probablemente viviría de la teta pública, por lo que no me ha sorprendido lo
más mínimo el leer que la ONG (es gracioso lo de las organizaciones no gubernamentales, muchas de las cuales
viven precisamente de los fondos que reciben de los gobiernos de todos los
niveles) a la cual pertenece fue beneficiaria de subvenciones por importe de treinta y siete millones de euros. Como no podía ser menos tratándose de un
grupito tan progresista, entre las actividades subvencionadas se encontraban materias
tan esotéricas como la vivienda de género,
la soberanía alimenticia o el derecho de la vivienda desde una
perspectiva de género. Mira tú, y nosotros sin saber que el derecho a la
vivienda es susceptible de una perspectiva de
género…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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