El problema con los matones es acceder a sus
presiones. La cosa es todavía más grave si el matón no es tal, o si ha perdido
aquello por lo que nos tenía agarrados por los dídimos (o, dicho de otra forma,
si somos nosotros los que hemos pasado a tenerle agarrado por los dídimos a él,
con la posibilidad de apretar tanto como haga falta).
Y en esa tesitura se encuentra el Gobierno de
España con respecto a los necionanistas
catalanes. Respaldado por una mayoría absoluta como no se veía desde hace un
cuarto de siglo, el Partido Popular no tiene necesidad de apoyos para el día a
día legislativo (y para normas que requieran mayorías cualificadas, ningún
Gobierno ha alcanzado una mayoría lo bastante absoluta); por lo tanto, salvo
por el carácter de maricomplejines
que aflige a la derecha española, no se explica que no se plante y apriete a la
Generalidad catalana donde más le duele: no precisamente en las pelotas, sino
al lado, en el bolsillo.
Y si eso es grave, peor es que Rajoy
consienta en celebrar reuniones secretas con Arturito Menos… secretas que dejan de serlo cuando se conocen, que
todo se conoce.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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