La Constitución lo dice bien clarito en su
artículo 3, apartado primero: El
castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen
el deber de conocerla y el derecho a usarla. Y añade, en su apartado
segundo, que Las demás lenguas españolas
serán también oficiales en sus respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con
sus Estatutos.
Por lo tanto, este artículo deja muy claras
dos cosas: sólo hay una lengua oficial del Estado, que es el español, mal
llamado castellano; y cuando un Estatuto de Autonomía así lo establezca, una Comunidad Autónoma
podrá tener una lengua cooficial (esto es, además
de, y no en lugar de) que,
lógicamente, lo será en esa Comunidad (pero no en el resto de España).
Tan claras como están las cosas, nunca se han
llevado a efecto. Los necionanistas de
uno y otro pelaje han perseguido erradicar al español, primero en la vida
pública (y en lenguas más o menos sencillas como el catalán o el gallego casi
lo han conseguido; el vascuence es otra cosa… pero no una lengua y, desde
luego, nada fácil) y luego hasta en la privada (aunque los niños en los recreos
sigan hablando en español… desgraciadamente,
que diría Durán y Lérida). La izmierda,
opuesta a todo aquello que pueda sonar a español,
ha sido cómplice, cuando no directamente coautora de semejante crimen (porque,
como no me canso de decir, con el catalán no se puede ir más allá del extremo
Norte de Andorra, y con el vasco ni eso), mientras que la derecha, tan maricomplejines ella, ha callado y
consentido por miedo a que la tildaran de facha.
Envalentonados, los necionanistas han conseguido llevar sus delirios hasta la llamada Cámara de representación territorial,
donde los que normalmente hablan el español (unos mejor y otros peor), lo
olvidan rápidamente en cuanto tienen una tribuna delante. Han hecho varios
intentos en el Congreso, con un éxito vamos a llamarle discreto. La última,
hace diez días, cuando Tardá y su coro de energúmenos se empeñaron en hablar en
catalán en la tribuna de la cámara. El presidente del Congreso, después de los
avisos pertinentes, acabó retirándole el uso de la palabra. Este sí que es un presidente,
y no el que había antejjj…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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