sábado, 16 de noviembre de 2013

Duda recurrente

Siempre me he preguntado por qué los políticos, en sus discursos (no los parlamentarios, sino los mítines de campaña, o aquellas otras parrafadas que lanzan en sus congresos de partido) dicen las cosas que dicen. Está claro que ni ellos mismos se creen todas las tonterías que dicen, y mucho menos nos las creemos los ciudadanos. Cabe que piensen que somos tan pardillos como para creerles (algunos habrá… probablemente, demasiados), pero la impresión que me da es que son sólo para consumo interno, una especie de manual de tópicos que soltar.
La duda volvió a surgirme la semana pasada, cuando vi al hijo de P soltando sus consignas con el ardor de un joven militante. Que gente sin estudios ni preparación, como Masturbito o don Josefiño, puedan llegar a creerse las arengas que ellos mismos lanzan, pase. Pero que un perro viejo (y flaco, además; cada vez más) como Alfredito sea capaz de creerse semejante sarta de monsergas es algo que me resulta muy difícil de creer…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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