domingo, 17 de noviembre de 2013

A buenas horas, mangas verdes…

Gente que le conoce personalmente sostiene que Pedro Solbes es una eminencia. Yo, la verdad, no estoy tan convencido, visto como nos ha metido en dos crisis monumentales cuando ha sido ministro.
Por otra parte, corre el rumor de que él no quería ser ministro con Rodríguez. Es comprensible: olvidada su gestión como último ministro de Economía de la etapa González merced a una discreta (en el sentido de no llamativa) actuación como comisario europeo, no tenía nada que ganar, y sí mucho que perder, volviendo a la política nacional. Siempre me he preguntado por qué, si no quería ser ministro de nuevo, aceptó serlo. Cuando he formulado la pregunta en voz alta me han contestado que hay cosas a las que uno no puede decir que no. Nunca me ha convencido esa respuesta: si uno no quiere hacer algo que no tiene por qué hacer, no lo hace y punto.
Según escribo se me ocurre que quizá aceptara viendo que la alternativa que se planteaba (en aquellos momentos, la única parecía Miguel Sebastián) era todavía peor. Pero eso supondría un nivel de patriotismo y de espíritu de servicio público que no abunda precisamente en la clase política española. Y semejante nivel de principios se contradice (estaba dudando entre poner contradeciría o contradiría) con el hecho de que, en el debate de campaña con Pizarro, Solbes mintió clamorosamente, no ya sobre las perspectivas de futuro, sino sobre las circunstancias de presente.
Ahora, al publicar sus memorias, Solbes ha revelado sus desacuerdos con Rodríguez. Semejante revelación, amén de llegar tarde, no hace más que echar leña al fuego de su nefasta gestión, sólo hecha buena por la de quien le sustituyó…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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