No suelo comprar libros de autores que
desconozco, pero he de admitir que el título de éste me llamó la atención.
Luego comprobé que cualquier parecido con el título original (Norwegian by night) era pura
coincidencia, pero ya era tarde. El resumen de la contraportada me había
intrigado y lo había adquirido.
El autor emplea, excepto en los flashbacks, el tiempo presente para la
narración. No es que sea especialmente de mi gusto, pero no resulta molesta. El
libro no es largo (trescientas páginas) y se lee con facilidad. Durante gran
parte de la novela logra mantener la incertidumbre sobre si el protagonista
está verdaderamente enfermo de algún tipo de demencia senil o no. Mi conclusión
es que, exceptuando su paranoia en relación con los norcoreanos, no. Sí que
arrastra un gran sentimiento de culpa por la muerte de su hijo, sentimiento que
logra exorcizar cuidando del niño que toma bajo su protección (y cuyo nombre no
se menciona en la novela).
Por cierto, que en parte debido al
dibujo de la portada, imaginé a Sheldon Horowitz con el aspecto de Frank Langella. Sin embargo, el personaje parece ser alguien bastante más enjuto
físicamente…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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