miércoles, 4 de mayo de 2011

Muerto el perro, no se acabó la rabia

Evidentemente, me parece bien lo que ha ocurrido. Bin Laden es el caso llevado al extremo de niño bien devenido revolucionario (con antecendentes como Ernesto Guevara o Fidel Castro). Después de las salvajadas que ha organizado, inspirado, alentado y sufragado, su muerte ha sido casi demasiado misericordiosa; y si es cierto lo que se ha informado de que se atendió a los preceptos musulmanes en cuanto a su sepelio, es mucho más de lo que él y sus secuaces han permitido a sus innumerables víctimas.
Desde luego, esto no es el principio del fin, ni siquiera el fin del principio. Es, nada más y nada menos, un paso importante en un camino largo, doloroso y de destino incierto, pero que hemos de recorrer salvo que queramos perecer.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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