martes, 9 de octubre de 2012

Canción de hielo y fuego (II): Choque de reyes


En el segundo volumen de su saga, Martin prosigue con las notas definitorias del primero (multiplicidad de puntos de vista, acción incesante, gran número de personajes), aumentando el reparto todavía más. Personajes que podían resultar antipáticos al lector (como es el caso del Perro) empiezan a mostrar rasgos que, en cierto modo, les redimen, mientras que otros por los que se podía sentir una cierta simpatía (caso de Theon Greyjoy) muestran rasgos ciertamente despreciables. También es de destacar la evolución de un personaje como Danaerys Targarian, que a pesar de su juventud (recordemos que en la novela, a diferencia de la serie de televisión, tiene sólo catorce años) empieza a desarrollar (a la fuerza ahorcan) un carácter a tener en cuenta. Finalmente, Tyrion Lannister sigue siendo uno de los personajes por los que el autor siente una simpatía más evidente, hasta tal punto que parece ser la única persona de su familia en la que se podría confiar que cumpliese la palabra dada… a pesar de aquello de que un Lannister siempre paga sus deudas.
Un detalle que no me gusta demasiado (quizá paradójicamente, teniendo en cuenta lo que me gusta El Señor de los Anillos) es que empieza a cobrar fuerza un elemento que podríamos llamar mágico o místico que estaba prácticamente ausente en el primer volumen.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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