viernes, 5 de julio de 2024

Jamás jamarán jamón

Los seres humanos somos imperfectos, falibles. Por lo tanto, por mucha buena voluntad que se ponga al contar cualquier cosa, es bastante probable que, siquiera involuntaria o inconscientemente, se tienda a presentar las cosas de un modo favorable al que cuenta los hechos.

Esto, suponiendo una, llamémosle así, honestidad intelectual. Probablemente nadie lo expresó de un modo tan franco, y a la vez tan cínico, como Winston Churchill, cuando dijo -no he logrado encontrar la cita exacta- que la Historia le trataría con benevolencia, especialmente porque tenía la intención de escribirla él mismo.

Ahora bien, si quien emite las declaraciones es una persona o un grupo que, simplificando los términos, podemos considerar malvado -como los fascistas o los comunistas, los terroristas o los fundamentalistas-, esas declaraciones deben ser puestas en cuarentena, y quien las tome en serio con espíritu acrítico debe ser considerado un malvado o un necio.

Es lo que ha ocurrido con las cifras de fallecidos palestinos en el conflicto entre Israel y los grupos terroristas: las que provienen de fuentes palestinas se han demostrado exageradas (siendo suaves) y profundamente falsas.

Ha sido el caso de sendos vídeos en los que dos adolescentes que parecen a punto de llorar repiten exactamente el mismo discurso desesperado, punto por punto y coma por coma, con el mismo escenario de fondo y hasta evidentes parecidos físicos.

¿Causalidad? No lo creo…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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