No
hace mucho (dime qué predicas y te diré de lo que careces), Sandro Rosell dijo
que el Barcelona es humilde (se le debe haber olvidado aquello de Madrid, cabrón, saluda al campeón que
primero Figo y luego Etoo gritaron en la plaza de San Jaime). Cuando un niño de
la audiencia le preguntó qué es ser humilde, el respondió ser humilde es no ser chulo, como Messi. Evidentemente, lo que
quería decir es ser humilde es no ser
chulo, ser humilde es ser como Messi. Pero no lo dijo, y lo que dijo podía
sonar a ser humilde es no ser chulo, como
lo es Messi, que es un chulo.
Sí,
ya lo sé, hay que ser algo retorcido para buscarle los tres pies al gato y dar
la vuelta (o no) a lo que ha dicho Rosell. Pero es que Messi se tiene, por lo
menos, tan creído su papel de dios del fútbol como Cristiano Ronaldo… con la
diferencia de que el portugués no tiene empacho en reconocerlo, mientras que el
argentino va de mosquita muerta… mientras va apartando delanteros que le pueden
hacer sombra, aunque sea mínima: primero el ya citado Etoo, luego Ibrahimovic
(bueno, con ese casi casi estoy dispuesto a darle la razón) y ahora parece que Villa. Y es que el asturiano, al fin y al cabo, sólo es máximo goleador de la selección española, campeón de Europa y campeón del mundo.
Es
lo mismo que con Mouriño y Guardiola: los dos se creen el mejor entrenador del
mundo. Pero el portugués ha ganado competiciones en cuatro ligas diferentes, y
no se corta en decir que él es the
special one. Mientras que el rasurado catalufo va de humilde por la vida,
cuando (es mi opinión) ha ganado lo que ha ganado porque ha tenido la suerte de
tener la plantilla que ha tenido… y al enano hormonado. Porque el argentino, lo
que es desequilibrante, lo es un rato, eso es innegable.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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