La
gente suele decir que soy duro en mis juicios. Probablemente tengan razón.
Quiero pensar, y no es una disculpa, que intento aplicarme a mí la misma dureza
que aplico a los demás.
Siempre
he pensado que la izmierda hace mucha
demagogia barata (la demagogia siempre lo es… para el demagogo: son los demás
los que acaban pagando los platos rotos; a veces, vajillas enteras) con el tema
de los desahucios. Y claro, con la derecha maricomplejines
que tenemos que soportar, no es extraño que, por convencimiento (real o
inducido) o por miedo, hayan decidido paralizar durante dos años los de los colectivos vulnerables.
Mi
opinión es otra. Salvo en casos especialísimos y dramáticos, los desahuciados
tienen, ni más ni menos, lo que se merecen. Nadie les obligó a comprar una casa
(podían alquilarla). Nadie les obligó a firmar una hipoteca por encima de sus
posibilidades. Nadie les obligó a ampliar esa hipoteca para comprarse un coche,
o pagarse unas vacaciones, o…
Claro
que los bancos (en general; incluyo también a las cajas de ahorros) también
tienen culpa. Fueron ellos los que dieron créditos a todo trapo a gente que, a
poco que las cosas fueran un poco mal dadas (vamos, algo menos mal de como
estamos ahora), sería incapaz de devolverlos.
De
todos modos, parece que no soy el único que piensa así. La exministra Trujillo
(sí, la ministra Apre-Trujillo, la de
las soluciones habitacionales y la de
las zapatillas Kelly Finder) ha
señalado que El que tenga deudas, que las
pague. Que no se hubieran endeudado. Evidentemente, sus compañeros de partido le han saltado al cuello (y no precisamente para darle un abrazo
amistoso), encabezados por la indocta Valenciano, que le ha señalado Fuiste ministra de Vivienda, ¿pero dónde
dejaste tu alma socialista? Dado que los socialistas españoles son, casi
por definición, ateos, cabe preguntarse si Valenciano, como cuando se metió con
Ribéry, estaba bajo la influencia de licores espiritosos para hablar del alma.
Y de un alma socialista, nada menos…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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