miércoles, 15 de mayo de 2013

Espíritu deportivo


Mientras se celebraba el Gran Premio de España de Fórmula 1, en el circuito de Montmeló, comenté que me encantaría que ganara Fernando Alonso. Mi padre, con algo más de maldad, comentó que lo que le gustaría fuera que sonara el himno nacional.
Afortunadamente, el asturiano ganó, dio la vuelta de honor al circuito con una bandera de España, sonó la Marcha Real y en lo más alto del podio ondeó la enseña rojigualda. Mientras todo esto ocurría, mi comentario fue que todos aquellos fastos de homenaje a España tenían que estarle sentando como un tiro a Arturo Mas, obligado a entregarle el trofeo. La cosa era tan evidente que poco después el propio Lobato hizo un comentario en ese sentido.
Que tanto yo como el locutor calvo estábamos en lo cierto lo prueba le modo en que han reaccionado algunos al comentario. En concreto, un periotonto ha barbotado que a Alonso y a Lobato la bandera les sale por las orejas y el desdén por la boca. Probablemente, si lo que hubiera enarbolado fuera una cuatribarrada, el periodista no habría rebuznado en absoluto.
Por otra parte, en el viaje de vuelta desde Madrid, la plantilla del Fútbol Club Barcelona se dedicó a corear Olimpiakos, haciendo mofa y befa de la derrota del Real Madrid en la final de la Copa de Europa de Baloncesto. Mi pensamiento fue y estos, ¿de qué se ríen? ¿Qué han ganado? Si ni siquiera han ganado un solo partido en la Final Four
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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