El gran problema del PSOE ha sido su naturaleza federal, que ha hecho que incluso en épocas de liderazgo central fuerte, como fue el caso del Gonzalato, el poder de los barones fuera algo a tener en cuenta. Cuando Tigrekán II empezó a perder escaños, las libertades que se tomaban las distintas federaciones fueron aumentando. Esta tendencia se exacerbó durante el mandato de Rodríguez. Aunque hizo una poda en el aparato central que dejó aquello como si hubiese pasado el caballo de Atila (y varias veces, además), en las distintas regiones cada mandamás regional hizo lo que le vino en gana.
Esto fue especialmente cierto en el caso de Cataluña, región que tiene el agravante (para el PSOE, claro) de que allí el PSOE no existe. El PSC no es la sección catalana del PSOE, sino que se trata, o eso dicen ellos, de un partido distinto, con su propia libertad de actuación… lo que conlleva enormes peligros.
Tales peligros se atemperaron bajo la égida de Maragall, cuando, tras innumerables intentos, don Pascual por fin pudo cruzar la Plaza de San Jaime e instalarse en el Palacio de la Generalidad. Pero con el Bachiller Montilla, completamente dependiente de Pérez y su IRC, los dislates aumentaron. Y una vez CyU recuperó el poder, la cosa ha ido a peor. Deseosa de optar a la secretaría general del PSOE (desde que zETAp lo fue, ha quedado demostrado que cualquiera puede serlo), Chacón se ha visto obligada a abjurar de sus soflamas catalanistas y pedir a la Pera Navarra que el PSC se sitúe frente a Arturito Menos.
Y el PSC lo ha hecho, pero de un modo bastante raro. Parece que, hasta que han acudido a la cumbre secesionista de Arturito, el PSC no se había percatado de que lo que pretende Mas es, lisa y llanamente, la secesión. Y es por eso que, haciendo honor al dicho de que un socialista es capaz de afirmar una cosa y la contraria, abogan por una consulta secesionista que no sea secesionista, defendiendo que el derecho a decidir se separe del objetivo de la independencia.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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