La unanimidad nunca es buena. El que todos
cierren filas detrás de algo siempre da qué pensar. El ser humano, por
naturaleza (y el español más), tiende a discrepar, a mantener una opinión (lo
de las masas borreguiles es otro asunto). Y si hablamos de política, más aún.
Creo que nunca un asunto había concitado
tamaña convergencia de opiniones. Ante los requerimientos de la Unión Europea
para que el Gobierno de España reforme (de verdad, y no un maquillaje) el
mercado laboral, todos –pero todos: Gobierno, PSOE, IU, sindicatos y patronal-
han reaccionado contra la posibilidad del contrato único. La ministro de
Trabajo, la andaluza Fátima Báñez, ha llegado a afirmar que el contrato único es inconstitucional.
Se ve que esta señora (o señorita, no lo sé) ha estudiado Derecho
Constitucional en el mismo sitio que los que llaman in/pre/anticonstitucional al escudo del águila de San Juan.
Porque los que sí saben del tema, los
juristas, han desmentido a Báñez: el contrato único es constitucional.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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