Ansiosos de protagonismo y carentes de
la más mínima delicadeza para con los sentimientos religiosos de los demás, los
partidos radicales de izquierda, y más si son regionalistas, no pierden ocasión
de quedar mal. Tan pronto hacen mofa y befa de la corona de espinas en Tierra
Santa como, con ocasión del accidente ferroviario la víspera del día de Santiago,
critican el funeral de Estado por las víctimas. El Bloque Nacionalista Gallego
ha perdido al histrión de Beiras, pero parece que sus epígonos caminan por el
mismo sendero de lo estrambótico, ya que esgrimen como razones que España es aconfesional y que se trata de
un sometimiento de lo público a lo
religioso.
Alguien debería explicarle a estos
mamarrachos –aunque mucho me temo que sería una pérdida de tiempo- que aconfesional no quiere decir anticristiano, como la izquierda en
general es; y que España, y por extensión toda Europa, no puede entenderse sin
tener en cuenta el hecho religioso cristiano (en España, más precisamente, el
católico, aunque le fastidie al protestante César Vidal, tan elogiable en otros
aspectos).
Punto y aparte es el caso del viñetista
(llamarle humorista sería enaltecerlo en demasía) del PuntAvui, que ha utilizado la tragedia para barrer hacia su terreno independentista. Al parecer,
si Cataluña se independizara de España los catalanes no sólo serían más altos,
más guapos y más ricos, sino que también quedarían libres de accidentes de
cualquier tipo.
Finalmente, emulando a los alumnos
faltos de la más mínima educación que negaron el saludo al ministro Wert, el titular de Educación fue abucheado durante el minuto de silencio que se guardó en Mérida. Nunca he participado en ninguno de estos períodos de silencio, ya
sean por una tragedia o por repulsa al terrorismo, pero respeto a los que
participan en ellos. Algo que parece que no hicieron los abucheadores.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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