No lo he empleado, pero un mote que se
suele usar para referirse despectivamente a los relacionados con el Fútbol Club
Barcelona es el de culerdos. Dos de
los más conspicuos representantes de esta corriente de pensamiento,
profundamente ombliguista, han saltado a los titulares últimamente.
El primero fue José Guardiola, que sin
venir a cuento volvió a hablar de independencia en una rueda de prensa de su
actual equipo, el Bayern de Munich. Se ve que no escucha demasiado a Sebastian
Vetel… Por otra parte, parece que ya le van mostrando que es de los que se ha
creído mierda y no llega a pedo. O, por decirlo educadamente, que ya no está en
un equipo en el que la afición traga con cualquier piedra de molino que les
presente. Cuando ha sentado –con razón o sin ella, eso es lo de menos- a una de
las vacas sagradas del equipo para colocar a uno de sus fichajes –lo que,
objetivamente considerado, tiene su lógica-, la afición le ha criticado.
Luego ha hablado el más avanzado
aprendiz de guardiolismo, lo que es tanto como decir hipocresía. Hablo del
charnego Javier Hernández, que parece creerse obligado a dar más muestras de
culerdez (va a acabar gustándome la palabrita) que nadie. Preguntado sobre el
interés del Real Madrid por el galés Bale, ha dicho que no está seguro de que valga lo que dicen. En cambio, del sueldo estratosférico del enano hormonado, o
del pastizal que ha costado el antaño considerado como macarra mohicano, ni palabra. Nada. Será que está seguro de que
valen lo que cuestan… o de que no lo valen.
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