El hecho de que los ultrajes a la
bandera nacional en determinadas comunidades autónomas hayan quedado
reiteradamente impunes es fruto tanto de la cobardía de la derecha nacional,
temerosa de que la acusen de franquista, como de la connivencia de la izquierda,
que nunca se ha sentido identificada con la enseña rojigualda. Por ello, no es
extraño que estas cosas hayan ido a más, y que de quemar la bandera se haya
pasado a gritar Muerte al Borbón, y
que de descerebrados encapuchados se haya llegado a que las propias autoridades
públicas jaleen a la chusma. El último caso, de momento, ha sido en Mataró,
donde el alcalde jaleaba a los que, a los gritos de Independencia, quemaban la bandera de todos los españoles.
Por cierto, que en el enlace a la
noticia aparece la palabra impasividad.
Aunque el corrector ortográfico no indica que sea una redacción incorrecta, me
temo que se trate de un portmanteau (desconozco el término en español) entre impasibilidad
y pasividad.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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