A diferencia de Cosecha roja, esta novela tiene más sustancia. Ambientada en un
pasado todavía más remoto, funciona a modo de (perdón por el palabro) intercuela entre dos juegos de ordenador
ambientados en esa época. Eso le lastra con lo que, a mi parecer, es el mayor
hándicap de la historia: cuenta un episodio aislado, con sólo referencias
pasajeras a lo que le antecedió y dejando las cosas en el aire.
A pesar de ello, tiene algunos giros
argumentales inesperados y los personajes tienen un cierto trasfondo (tampoco
demasiado, que estamos hablando de universo Star Wars). Con ésta novela, ya son
tres (o cuatro, si contamos el no precisado sistema del final de la obra)
métodos de alcanzar la inmortalidad en aquella galaxia tan, tan lejana: el de
Darth Plagueis el sabio, que diría Palpatine; la zombificación de Las tropas
de la muerte y Cosecha roja; y el
empleado por el Emperador Sith, una suerte de Sauron galáctico (la idea se me
ha ocurrido según escribía la reseña).
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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