sábado, 27 de agosto de 2016

A quien bien quieres te hará sonrojar

A los que votamos al Partido Popular hay ocasiones en las que sus actuaciones nos ponen en el brete de tener que soportar las críticas justificadas a dichas actuaciones, sobre todo cuando tales actuaciones no son coherentes con las proclamas.
Casos típicos serían el compadreo (o el intento de mimetizarse) con los partidos secesionistas en Cataluña y Vascongadas, especialmente perceptible desde que descabalgaron respectivamente a Alejo Vidal-Cuadras y a María San Gil. O, más recientemente, el hecho de que la política económica (e impositiva) del gobierno presidido por Rajoy pareciera una continuación, cuando no una copia corregida y aumentada, de la que llevó a cabo el gobierno de Rodríguez durante la tan negada crisis y que nos dejó en tal mala situación.
O, finalmente, el hecho de que, tras criticar que Pachi Nadie le diera a Pdr Snchz un primer día de la sesión de investidura para él solito, Ana Pastor (una figura por el que sentía el mayor respeto político) haya hecho exactamente lo mismo con Rajoy. Las justificaciones aducidas por los populares para justificar este volantazo (desde que Rajoy necesita una tarde para él solo hasta que así el líder del PSOE dispondrá de más tiempo para pensar) producen vergüenza ajena.
Quizá la única respuesta que se me ocurre al brete planteado en el primer párrafo de esta entrada es la misma que aduzco cuando se me pregunta si, a pesar de algunas discutibles actuaciones del llamado Rey emérito yo seguía siendo monárquico. Respondía que sí, porque servidor es monárquico, no por quien ocupa la institución (es decir, ni era juancarlista ni soy felipista), sino (con frecuencia) a pesar de él. Y porque la alternativa es pavorosa.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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