jueves, 4 de agosto de 2016

Vaya país...

En países con una tradición democrática más asentada que el nuestro, los llamados partidos bisagra tienen conciencia de que lo son, y no pretenden ser más (o, al menos, esa es la impresión que tengo). En el Reino Unido o Alemania, los respectivos partidos liberales pactan (o pactaban, porque ambos parecen haber prácticamente desaparecido) con aquella formación que haya obtenido la mayoría relativa. Podrán condicionar la política en uno u otro sentido, colocar miembros en el gobierno… pero no más. La política principal, lógicamente, la marcaba el partido con más peso parlamentario. Y en cualquier caso, ambas formaciones, mayoritaria y bisagra, parecían actuar con sentido de Estado.
En España, las cosas no han sido así. En el pasado, las formaciones que permitían la llamada gobernabilidad del país (a mi modo de ver, más correcto sería llamarla gobernación) eran las regionalistas catalana y vasca, los llamados nacionalismos moderados. Y ninguna de las dos, y menos que ninguna los catalanes, lo hacían por el bien del Estado, sino por el suyo propio (el de su región en general y sus bolsillos partidistas en particular).
En un pasado más reciente, UPyD nació probablemente con la vocación de ser esa tercera fuerza en el juego parlamentario. Sin embargo, su permanente indefinición –diciendo una cosa y la contraria, o ninguna de las dos… en lo primero se parecen a Ciudadanos- hizo que nunca pasara de ser una especie de Pepito Grillo (o, por decirlo en román paladino, de mosca cojonera) de los dos partidos grandes. Eso sí, en consonancia con el ego de su líder, parecían creerse depositarios, custodios y únicos representantes de las esencias de la democracia y la decencia.
En esto último se parecen a los ya citados Ciudadanos (los neocom también se proclaman como los únicos y verdaderos representantes del pueblo, pero, a diferencia del partido de origen catalán, su vocación no es la de facilitar el gobierno de los otros, sino que persiguen alcanzar ellos el poder). Sin embargo, desde su posición minoritaria pretenden condicionar la política de las formaciones mayoritarias, aceptando o vetando candidatos a las más altas magistraturas del país, Rey descontado (de momento, que se sepa), o proponiendo las fórmulas de gobierno en los foros no indicados para ello.
Fruto de este descontrol se producen hechos tan llamativos como que figuras tan amortizadas como el licenciado en medicina por la Universidad de la Habana firmen escritos en los que proponen un gobierno antinatural entre PSOE, neocom y naranjitos.
La caraba, vamos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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