sábado, 13 de agosto de 2016

Hipocresía racial

Los progres del mundo mundial abominan del llamado whitewashing, esto es, de aquellos casos en los que un actor caucásico (blanco, para entendernos) interpreta a un personaje que no lo es. El último caso (de momento) es el de Matt Damon, que actúa en una película relacionada con la construcción de la Gran Muralla China; pero los ha habido a cascoporro, como los de Tilda Swinton en Doctor Extraño (película en la que encarna un personaje que en los tebeos es tibetano… y varón), Scarlett Johansson en la versión cinemtatográfica de un manga (lo que no deja de tener gracia si tenemos en cuenta que los personajes de esas historietas japonesas tienen facciones que pueden ser cualquier cosa salvo orientales) o, por remontarnos a los fenicios, John Wayne haciendo de Gengis Khan.
Esa postura sería defendible si mostraran la misma repulsa frente a lo que podríamos llamar brownwashing o blackwashing, esto es, que personajes originariamente blancos sean interpretados por actores que no lo son. El caso más hilarante sería el de Idris Elba (por lo que dicen, un pedazo de actor) interpretando a la deidad escandinava Heimdall (se me hace difícil imaginarme un vikingo negro, no sé por qué), o el de Morgan Freeman haciendo de Dios en Como Dios (salvo que aceptemos que Dios existe realmente –con lo que podría adoptar el aspecto que tenga por conveniente-, cosa que los progres jamás harían, habría que considerar que los judíos jamás habrían imaginado una divinidad que no tuviera su aspecto… y no son negros).
En este orden de cosas también se encuentran los casos de los que proponen que el mencionado Elba interprete a James Bond, un personaje indudablemente blanco salvo que se hubiera aceptado la premisa de (creo) Lee Tamahori de que tanto el nombre James Bond como el código 007 pueden atribuirse a una pluralidad de personas, o el enano de color que amenazó con demandar por racismo a la productora de la trilogía de El Hobbit, al ser rechazado para encarnar a un habitante de la comarca (se ponga como se ponga, no hay hobbits negros).
Pues eso, es lo malo de los progres: que son bastante incoherentes, los pobres.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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