Despachada
otra de esas series de la infancia
que nunca, creo yo, logré ver completa. Ya empecé a verla hace años, e incluso
logré llegar a los dos tercios, pero ahí me paré. Ahora la he atacado de nuevo
y he llegado hasta el final.
Decir
que, salvo el capítulo inicial, todos los demás son perfectamente
intercambiables, y que el último tiene un final tan abierto que la serie podría
haber continuado sin mayores problemas. Son graciosos algunos anacronismos,
como que hablen de pavo al horno (aunque cabe admitir que los vikingos pisaron
Norteamérica, como queda reflejado en la serie) o de comer patatas (más de medio
milenio antes de saber que ese exquisito tubérculo era comestible); o que mencionen
a Holanda, Suecia, Noruega y Dinamarca como países ya constituidos.
No
son tan graciosas algunas incoherencias, como que presenten a Halvar como uno de los más brutales y salvajes en el
primer capítulo y que, setenta episodios después, llore como una magdalena ante
un cuento infantil con huerfanita incluida (eso, por no mencionar que en toda
la serie no muere ni un solo personaje); o que Fax se enamore dos veces
(episodios veinticuatro y setenta y seis) de dos chicas diferentes (aunque muy
parecidas, rubias y delgadas las dos), mientras que en el episodio setenta y
dos parezca estar casado o, al menos, convivir con una mujer (de la misma
complexión robusta que la mayoría de las vikingas).
Y
a los que me dicen que ya soy demasiado mayor para andar viendo estas series (y
las que quedan) les diré que el ser como un niño es mi mejor baza para entrar
en el reino de los cielos…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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