José Luis Rodríguez Zapatero fue lo
peor que le pudo ocurrir a España. Carente de cualquier principio y escrúpulo
(aún más de lo que es habitual en los políticos, españoles o no, de izquierdas
o no), hizo lo que fuera para alcanzar y mantenerse en el poder, desde negciar
con los terroristas (y lo seguimos pagando) hasta aprovecharse (eso, si no algo
peor) de doscientos muertos en atentado, desde negar contumazmente la crisis
hasta dar alas al separatismo catalán prometiendo aceptar cualquier cosa que
saliera de la asamblea legislativa de la comunidad autónoma de Cataluña.
No contento con ello, y una vez
abandonada la política activa, sigue diciendo insensateces, cuando no maldades.
En la situación actual, y en la línea de todos los gobiernos que buscan tener
contentos a los nacionalismos periféricos (actuando como si no supieran que los
nacionalismos son, por su propia esencia, insaciables), persiste en el error y,
hablando de un proceso de encuentro, pide
cambiar la Constitución para acomodarla al Estatuto. Es decir, que la norma
suprema del ordenamiento jurídico español ha de modificarse para no entrar en
contradicción con una norma de rango inferior que le debería estar subordinada.
Para remate, y en un ejercicio de profecía,
asegura que no se llegará a la secesión. Sabiendo la capacidad de acierto que
tiene, ya nos podemos ir preparando para la independencia de Cataluña…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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