A la izmierda se le llena la boca con el respeto a las decisiones
judiciales (bueno, vale, a la derecha también, pero mucho menos, o la boca es
mucho más pequeña). Evidentemente, sólo a aquellas decisiones que se
corresponden con sus intereses. Porque, de lo contrario, son capaces de montar
la de San Quintín.
Mercedes Alaya lleva tiempo
desentrañando, paciente y concienzudamente, el ovillo de la corrupción de la
Junta de Andalucía. Los políticos se han limitado a expresar de palabra sus
(llamémoslas así) discrepancias. Los sindicatos, en cambio, que no se ven limitados
por las cortapisas del servicio público, han montado una concentración contra la juez. Con la desfachatez, además, de señalar después que la concentración no era contra Alaya. Será que en el mismo tribunal trabaja otra persona con el
mismo nombre y apellido de la juez de expresión impertérrita, y hacia esta otra persona se dirigían los denuestos e improperios vomitados por la chusma sindical.
El orondo Méndez, por lo visto, no se
enteró del verdadero objeto de la concentración y, haciendo honor a su nombre
de pila, lamentó los insultos a Alaya (es decir, la concentración no era contra
ella, pero ya que estaban concentrados la insultaron, así como de pasada…) y
defendió la concentración en el juzgado.
Como estarán de nerviosos los sindicatontos que han anunciado que
estudian emprender acciones judiciales contra la juez, mientras que ésta debe ser escoltada a los juzgados ante el acoso de los sindicatos. Se ve que tampoco
se debe haber enterado de que la cosa (o el acoso) no va con (o contra) ella…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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